jueves, 20 de noviembre de 2008
¡Qué hambre!
Para empezar salpiméntame al gusto. Recuerda que la carne mejor sabrosa que sosa y un punto picante me realzará el sabor.
Amásame sin prisas. Ten en cuenta que con un poco de paciencia y habilidad puedo coger la forma que quieras. Si en este punto ves que me quedo seco añádeme algo de salsa. Valdrá la tuya propia.
Antes de hornearme comprueba que la temperatura que has puesto sea la adecuada, presta atención a que no me arrebate.
Sírveme tal cual, sin adornos. Si me acompañas con vino, mejor que sea suave y no disimule mis matices.
Repite cuantas veces quieras. Ni empacho ni engordo
Al rico relato recien hecho en Ídelo el de los cuentos.
domingo, 16 de noviembre de 2008
Delfos
Más, y menos en lenguas muertas, en el de los cuentos
miércoles, 12 de noviembre de 2008
Aegyptus
Su idea era que las arenas movedizas le ahorrasen el trabajo de esconder el cadáver del que iba a ser su marido.
Más muertos, al vacio para cómodo acarreo, en el de los cuentos.
sábado, 27 de septiembre de 2008
Let Blair handle it!
Bueno, bueno, bueno. Las cosas han cambiado mucho desde que escribí mi última entrada sobre Gossip Girl. Para empezar, ahora no puedo soportar los aires de pseudointelectualoide de Dan, rollo “¡Mira! ¡Vivo en un loft en Brooklyn y mi casa es la única de la serie en la que hay libros!” Si Jenny Humphrey ya me daba 100.000 patadas cuando era una cabrona sin escrúpulos ahora, tras su reinserción, es la tía más pereza del universo conocido. Además, desde que Angiealquezar me abriera los ojos sobre las aptitudes interpretativas de los actores de la serie, ahora no puedo dejar de pensar en lo malísimos que son todo el tiempo. Es como en ese capítulo de Cómo Conocí a Vuestra Madre (los que la hayáis visto sabréis de qué hablo). En verdad no es tan malo, es otro planteamiento, otra forma de ocio, regodearse en los aspectos casi esperpénticos de una serie que ya de por sí es absurda e irreal, y por eso mola tanto. Permite una evasión absoluta de la realidad, puesto que no hay nada en ella que remotamente se acerque a lo que puede ser una vida normal.
En palabras de Percomo y de eseque (aunque no puedo precisar qué palabras corresponden exactamente a cada uno de ellos), esta serie es como The O.C., con la diferencia de que, en The O.C., a veces los protagonistas piensan. The O.C. era mucho más existencialista y profunda (dejémoslo también en pseudo) de lo que nunca (espero) será Gossip Girl. Es por eso que a las dos temporadas de Seth Cohen penando y suspirando por la insulsa de Rachel Bilson (ooooh, si hubiérais visto The Last Kiss vosotros también la odiaríais) y de Ryan traumatizado por su baja extracción social, uno ya estaba más que harto. Y eso sin contar con los sorpresivos giros argumentales de temporadas posteriores rollo “Uy, Ryan, se me ha disparado esta pistola. Creo que es posible que acabe de matar a tu hermano…” Lo único que uno se plantea cuando ve Gossip Girl es que, bueno, si ya se han liado todos con todos, habrá que meter a algún personaje nuevo, ¿no? Relaciones superficiales, amistades competitivas y mucho, mucho, pero que mucho lujo.
Blair Waldorf (Leighton Meester) es, sin duda alguna, la estrella de la serie. No es sólo que los guionistas sientan una indisimulada predilección por ella y que sus frases sean las mejores, sino que es la única de los actores jóvenes que tiene la facultad de cambiar de expresión facial de vez en cuando. En la red ya hay hasta manuales con pasos básicos para ser como ella (“Blair siempre tiene a mano los últimos cotilleos, así que mantente al día de todos los chismorreos a tu alrededor”, según mi propia traducción libre), e incluso he encontrado páginas en las que se disecciona su estilo vistiendo que está (y cito vía librodeestilo) “inspirado en el glamour de las actrices de la Edad de Oro de Hollywood, adora a Audrey Hepburn. Le encantan los diamantes, las perlas, los fruncidos y los lazos.”
Mientras tanto Serena y Jenny compiten entre sí por el trofeo de “tía más tonta de la serie” mientras que sus alter ego reales (Blake Lively y Taylor Momsen) hacen lo propio con el de “peor actriz de todo el reparto". Serena tenía un pase cuando hacía de tonta y feliz, pero después de ver su cara de 1) seductora, pasándose la copa de Martini por los labios con mirada pretendidamente sensual pero que, y a efectos prácticos, da más bien una cierta sensación de estrabismo y 2) de perra, con mirada altiva y boca entreabierta (recuerdo de ortodoncia, según Angiealquezar) Little J lo va a tener chungo para llevarse el galardón.
¿Y qué decir de los chicos? Cada vez que pienso en Dan (Penn Badgley) mirando a Serena con ojillos libidinosos y mordiéndose el labio, me entra un ataque de risa, mezclado con espasmos estomacales, que me lleva a un estado cercano a la histeria, con parada en el vómito, así que espero que valoréis el extraordinario esfuerzo que estoy haciendo en pos de la cultura popular. Nate (Chace Crawford) me sigue pareciendo objetivamente guapo pero subjetivamente tibio y ni siquiera las "escenas de cama" han conseguido alterar esta percepción. Y Chuck (Ed Westwick)...bueno, es cierto que se despacha con una sola cara a lo largo de todos y cada uno de los capítulos emitidos hasta la fecha, pero es probablemente la cara más amortizada de la parrilla televisiva.
Umm, no sé por qué, sospecho que, aún a pesar de mi speech (Oh, yeah!), no estáis muy convencidos de todos los beneficios que os reportaría su visionado.
Puede que necesitéis aún un último empujoncito:
Blair es, sin duda alguna, mi preferida.
La foto de Blair la he sacado de daemonstv, por cierto.
Más de la misma en mi casa.
martes, 9 de septiembre de 2008
Felicidad inútil
Desde que todo en su vida le iba bien, junto a las ganas de tirarse por la ventana, había perdido toda capacidad literaria.
Estas y otras divagaciones de la misma alienígena en: la coleccionista de planetas
:muerta
sábado, 30 de agosto de 2008
Chorbo-agenda
Sarayla (haciendo cábalas sobre las intenciones de la tipa bohemia de las fotos sepia): Esta tía ha tirado de chorbo-agenda y claro, tú estás en la A de Álvaro...
Últimamente apunto un montón de frases célebres. Es buena señal: quiere decir que la vida viene siendo divertida :-D
jueves, 10 de julio de 2008
Indefinidamente
-Ya, pero al menos sé quien no eres
-¿Quien no soy?...
-Claro, no eres el que eras ayer ni quien serás mañana
-Eso es muy impreciso...
-Tampoco eres quien los demás dijeron que serías
-Como todos
-¿Y sabes qué más? Ni siquiera eres lo que tú mismo dirías de ti
-¿Entonces?
-Entonces puedo amarte así de indefinidamente
lunes, 9 de junio de 2008
Vampiros
Llevaba ya un tiempo queriendo escribir sobre los vampiros pero es que me fui a documentar (entiéndase por documentar poner “vampiros” en Google y terminar leyendo la Wikipedia), y al final perdí el hilo con tanto dato, y tanto Nosferatu y toda la pesca. Así que nada. Voy a hablar de lo que yo pienso y yo sé sobre los vampiros, y si hay errores, imprecisiones o incluso faltas de ortografía (lo cual no sería únicamente culpa mía, ciertamente, sino también del corrector ortográfico del Word) pues me perdonáis, que para eso estamos entre amigos.
Los vampiros. Los vampiros son, de entre todas las posibles criaturas maléficas y de ultratumba, sin duda alguna los más glamurosos y elegantes. ¿Hay vampiros feos? Si los hay nadie habla de ellos. No hay más que pensar en la gran película Entrevista Con El Vampiro, basada en la novela homónima de Anne Rice, que reunía a tres (cuatro, si a alguien le gusta Christian Slater, como es mi caso) de los hombres más deseados de todos los tiempos. El mismo Gary Oldman, en Drácula, le daba cien mil vueltas al tibio de Keanu Reeves. Por no hablar de Ángel o de Spike (mi preferido), en Buffy Cazavampiros. Pues eso. Partimos entonces de la base de que no hay vampiros feos. Son todos atractivos y seductores.
Y claro, esto tiene toda la lógica. Porque, en muchas ocasiones, los vampiros tienen que camelarse a sus víctimas potenciales para que les inviten formalmente a entrar en sus habitaciones. Todo el rollo este del vampiro seductor es muy evidente, por ejemplo, en la peli de Coppola, a la que me he referido antes. Y es que, el universo vampírico se caracteriza por su voluptuosidad. Todo el proceso de alimentación de un vampiro va acompañado en ocasiones de un verdadero ritual, lleno de sensualidad. La inefable atracción de lo prohibido, lo misterioso. De lo diabólico incluso. Eso de que a las tías les van los malotes no se dice por decir.
Además, los vampiros suelen tener una especie de poder de persuasión o, más bien, de telepatía de recibir, pero también de emitir, con la que ponen en la mente de las personas con las que se relacionan aquello que quieren que hagan. Es como cuando escuchas en tu cabeza cosas como “debería estar estudiando, y no cotilleando el Tuenti…”. Sólo que la secuela de seguir el consejo de esa voz interior suele ser más desastrosa que beneficiosa.
Otra de las cosas que explica también que los vampiros sean siempre guapos es que no envejecen nunca: conservan para siempre el aspecto que se corresponde con la edad a la que fueron creados. Y los vampiros, elitistas como son, no se dedican a ir por ahí contagiando a gente ni vieja ni fea. En ocasiones se les va la mano y contagian a niños, y esto generalmente deriva en conflictos interiores de lo más desagradables para el pobre niño-vampiro. Su desarrollo físico y su desarrollo intelectual se descompensan. Como yo, que me quedé en un estadio mental anterior a mis 24 primaveras, pero al revés. Ejemplos de estos hay a porrillo. Kirsten Dunst, antes de ser la novia petarda de Spiderman fue una niña-vampira enamorada más que platónicamente de Brad Pitt. En esa soberbia serie de libros infantiles, El Pequeño Vampiro, de Angela Sommer-Bodenburg, la pobre Anna tenía que convivir con su cuerpecito de niña pequeña, siendo la más madura de todos sus hermanos, y vivir enamorada de Anton, sabiendo que él crecería, e incluso moriría, y ella seguiría siendo, por siempre, una cría chica.
Precisamente, parecida en parte pero muy distinta a los libros de El Pequeño Vampiro, es la novela que estoy leyendo ahora. En Déjame Entrar también hay dos niños, una de ellas vampira. Pero las consecuencias de la diferencia entre su edad mental y su edad física son algo más desasosegantes que en los tiernos libros infantiles a los que antes me he referido.
La novela impacta desde el principio. Desde la contraportada, sin advertencia previa, nos golpea directamente en el sistema límbico la fotografía de su autor, John Ajvide Lindqvist, un sueco no sabemos si perturbado pero, en cualquier caso, perturbador. Uno ya empieza la lectura acongojado. Por no decir otra cosa.
Con todo, de esta novela me quedo sin duda con la descripción de lo que siente una persona en el tránsito de vivo a no-muerto y, en concreto, con el descubrimiento de la sangre:
“[…] Se llevó inmediatamente el dedo a la boca para chuparse la sangre. Unamancha cálida, saludable y sabrosa se extendió desde el punto en que la yema desu dedo entró en contacto con la lengua, propagándose. Chupó con más fuerza. Suboca se llenó de una concentración de todos los sabores buenos.[…]”
Una concentración de todos los sabores buenos, ¿os imagináis?
Más de la misma tipa en Pero qué broma es ésta?
viernes, 6 de junio de 2008
Meticuloso
Sígueme el rastro hasta Ídelo el de los cuentos.
jueves, 29 de mayo de 2008
miércoles, 28 de mayo de 2008
Indy, ¿pero qué te han hecho?
Sólo hay un motivo válido para no ver Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal. No, el dinero que cuesta la entrada no es una razón. Está plenamente amortizado. No. No se trata de que Harrison Ford esté ya talludito. Resulta perfectamente creíble o, al menos, no menos creíble que en el resto de las entregas.
La única posible eximente es que se haya deseado este momento con impaciencia durante años, que se tenga una vinculación especial con la saga, rollo “mis películas favoritas en la niñez” y se carezca del sentido del humor suficiente como para reírse de las piedras angulares sobre las que se fundaron nuestras convicciones infantiles. Los héroes que nos inspiraron. Porque Indiana Jones 4 es una parodia tal que, en caso de que se dieran estas condiciones, difícilmente nadie con un mínimo de sensibilidad podría acusar semejante golpe.
No quisiera yo, de ninguna de las maneras, fastidiarle a nadie una película que, sin duda alguna, es preceptivo ver, a poder ser en el cine y en grupo, con gente de esa a la que no le importa que se hable durante la proyección. Así que no me voy a exceder con el spoiler. Sólo diré que la cosa va bastante bien al principio (esa sombra de Indy colocándose el sombrero proyectada sobre el coche con la mítica musiquita de fondo) y va declinando, poco a poco, hasta que todo se va al traste cuando se meten en la selva. Aquí ya la peli muta en una especie de cosa, que recuerda vagamente a esas películas que parodian géneros, como “Scary Movie”, o “Esta No Es Otra Estúpida Película Americana” (yeahh!). Sólo que sin parodiar ningún género en concreto. De repente uno se encuentra viendo algo que parece “Tarzán de los Monos” o “Cuando Ruge la Marabunta”, por poner sólo dos ejemplos no excesivamente reveladores del pseudomisterio principal. Porque puede ser: a) que la memoria selectiva me juegue una mala pasada; b) que los años han hecho de Henry Jones Jr un hombre profundamente sabio y más astuto, si cabe. Pero necesita apenas un nanosegundo para resolver cada uno de los enigmas que se le van presentando y decidir en qué dirección encaminar sus pasos. Para mí que han querido que la peli fuera tan dinámica, tan de acción, como para sobrecompensar los años de más del protagonista, que se han dejado atrás lo que viene siendo la trama argumental.
Y el jovencito que se supone que está para darle la réplica a Indy simplemente no es digno. Francamente, Harrison Ford está más bueno. Hay un montón de situaciones desaprovechadas, que podrían haber dado lugar a frases ingeniosas, al más puro estilo Indiana Jones que se quedan en nada básicamente porque parece que no hay guionistas. Todo se reduce a efectos especiales y fantasmadas que, oye, a mí me molan, que si no no sería Indiana Jones. Pero vaya, que si hablaran algo más se agradecería. O menos, según se mire, porque hay frases que es mejor callar. Yo, si fuera Harrison Ford, me hubiera negado rotundamente a pronunciar al menos una, que yo recuerde. De hecho, prefiero pensar que le obligaron a hacerlo a punta de pistola. Prefiero pensarlo yo, las dos amigas con las que fui, y la chica que estaba sentada a nuestro lado y que se daba cabezazos contra el asiento delantero cada minuto y medio desde la mitad de la película, aproximadamente.
¿Y qué decir del final? Lo único que le falta es que se vea la cara de Sean Connery en el firmamento, en plan Mufasa en "El Rey León". Yo lo sugiero, por si Mr Spielberg y Mr Lucas se plantearan rodar una próxima.
Jamaelna no se responsabiliza de las opiniones vertidas aquí por su colaboradora, que puede estar de síndrome premenstrual, no haberse tomado su medicación o, simplemente, sufrir de enajenación mental transitoria, resultado del encierro obligado propio de la época de exámenes. En cualquier caso, Jamaelna les ruega que sean tolerantes y comprensivos en atención a su delicado estado de salud mental. Damos fé de que siente verdadera adoración por Indiana Jones.
Las quejas e improperios a Pero qué broma es ésta?
domingo, 25 de mayo de 2008
Golpe de suerte
Como éste hay más en Ídelo el de los cuentos, su otro blog de relatos de confianza
sábado, 24 de mayo de 2008
La cucharilla
La primera vez le dio siete vueltas a la cucharilla del café, siete, número cabalístico, ¡qué casualidad! Aún quemaba demasiado, así que procedió a la segunda ronda de removida con sólo tres. Miraba por la ventana de la cocina a las palomas colgándose de las cuerdas de la ropa, impasibles y lozanas, ¿un pájaro puede resultar lozano? Aquellos lo eran por sobrealimentación. Parecían reirse de él desde el otro lado del cristal, como asegurándole que ellas podían dormir tranquilas incluso funambulando sobre un alambre. Removió el contenido de la taza cinco veces más. Pensó en su mejor amigo, que estaría soñando con casas en la playa y niños descalzos. Otra vuelta más de cucharilla. Su mejor amigo, ya no tenía sentido llamarle así, ¡anda que si hubiera sido el peor!...Menuda farsa le tocaba representar ahora, cuando el olor del perfume de aquella mujer, que sólo había sido la suya por unas horas, regresaba de puntillas al lecho matrimonial. Ocho vueltas, más vale que sobre a que falte. Su castigo no era la culpabilidad, sino más bien ser consciente de la carencia de su peso y seguir viviendo para callarlo. Seguir jugando al isósceles como parte del espectáculo. Cinco vueltas, redundancia cíclica, falta de pecados y sangre de pecador. Hubiera repetido, más por curiosidad que por vicio, ¿sería ella capaz? No podía dejar de hacer girar la cucharilla como una letanía, como las vueltas de los segunderos de aquello que llamaban corazón. Depronto ya no le apeteceía el café, se había mareado.
jueves, 22 de mayo de 2008
¿Por qué Sexo en Nueva York no?
El otro día, falta como estaba de series, sin ánimo para ver un capítulo entero de los Tudor, que se me hacen un poco largos, y son como muy serios y solemnes, y sale Jonathan Rhys Meyers con esa cara de lúbrico y de obseso sexual que se gasta desde que se ligó a Scarlett Johansson en Match Point, caí e intenté ver un capítulo de Sexo en Nueva York. De hecho, medio vi dos. El primero, en el que el Carrie (aka SJP) dice eso de “[…] se gastan 400 dólares en unas sandalias de tiras de Manolo Blahnik…y estás solas” y el segundo que, si no recuerdo mal, es el de los modeleros (tíos que sólo se acuestan con modelos).
No entiendo muy bien qué tipo de mecanismo se activó en mi cabeza el día que vi por primera vez Sexo en Nueva York (supongo que algo relacionado con el instinto de supervivencia) y que podría justificar la gran manía que le tengo. Lo cierto es que no tiene mucho sentido. No tengo autoridad moral para decir que es una serie superficial, aparte de que eso sería una tontería, porque tampoco tiene pretensiones de serie profunda. Yo me empacho con total felicidad de Gossip Girl, de The O.C., de Ally McBeal. He leído varios libros de Marian Keyes. Pero Sexo en Nueva York me deprime, no puedo evitarlo. No sé. Creo que es porque nunca se me hubiera ocurrido pensar en todo eso del “cambio de poder de la treintena” si no lo hubiera visto ahí, por ejemplo. Porque son un grupo de amigas que se supone que son super amigas, pero a las que nunca identificaría con las mías. Sexo en Nueva York me parece una serie que intenta tocar la fibra sensible de la supuesta mujer moderna y liberada, apelando a sus deseos (básicamente un hombre, un bolso de Louis Vuitton y unos Marc Jacobs), solidarizándose con ella cuando estas expectativas se frustran. Mujeres que son independientes, profesionales, que no tendrían por qué depender de nadie. Un poco rollo Bridget Jones, pero en plan odiosas (Bridget era entrañable). Me da la impresión de haber leído sobre este tema millones de veces.
No es desprecio lo que siento por los personajes porque se gasten su salario de freelance en complementos mientras viven de alquiler en un cuchitril (pero eso sí, en Manhattan), porque sean el prototipo de tía enrollada con amigo gay que come en un japo un día sí y otro no, porque toda la serie esté impregnada de un feminismo antifeminista que le da a una ganas de maldecir el aciago día en el que se culminó el proceso de liberación de la mujer. Todo esto lo han expresado millones de personas mucho antes que yo, desde el Paleolítico Medio, cuando la serie empezó a emitirse. En serio que no, de verdad que no. Sé lo que es la televisión, y la acepto. Adoro la morralla. Me da toda la vida. Y yo también leo la Glamour. Y la Cuore.
Sexo en Nueva York no me gusta porque es lo opuesto a lo que busco en una serie. Sexo en Nueva York me pone triste, me hace cuestionarme mi propia vida, imaginarme a mí misma dentro de n años. Y no es precisamente una imagen de esperanza la que proyecta.
No sé. Supongo que prefiero imaginarme en paz. Y estas chicas no parecen muy satisfechas con ellas mismas.
Más de la autora (si es que decir "autora" no es demasiado pretencioso) en Pero qué broma es ésta?
martes, 20 de mayo de 2008
La noche de los museos
El pasado 18 de mayo se celebro el Día Internacional de los Museos. Sí, los museos también tienen su día. ¡No va a haber un día para todo menos para los museos! También tienen derecho.
Como viene siendo habitual en los últimos años, comenzó con una noche de puertas abiertas, y ¿qué ocurre cuando algo es gratis en este país? Pues lo de siempre, ¡unas colas de infarto! Para que luego digan que la gente no se interesa por la cultura…el problema es que el acceso a la cultura resulta algo caro a veces.
Pero a lo que iba, esa “noche de puertas abiertas” se conoce como “La noche de los museos” y es una iniciativa del Consejo Europeo. Durante la noche del 17 al 18 de mayo centenares de museos de toda Europa abren sus puertas fuera de su horario habitual de manera gratuita.
Personalmente creo que es una gran idea y una buena forma de atraer a la gente a esos “templos del arte”, pero su éxito hace que para mi la iniciativa pierda encanto. Lo sé, puede resultar contradictorio, pero creo que el encanto de poder ver un museo de noche es principalmente evitar esas masificaciones que se producen a veces en los grandes museos ante la obra que la exposición de turno haya puesto de moda.
Me encantaría, y supongo que no soy la única, poder ver las grandes obras de la historia del arte sin una excursión entera de turistas o un grupo de niños de visita con el colegio; poder disfrutar de su contemplación sin la presión de estar rodeado de gente.
Aunque supongo que todo tiene sus inconvenientes, con lo miedosa que soy no se si podría “pasear” solo por esas enormes galerías, con todas esas miradas (cristos, ninfas, reyes, pescadores o poetas) puestas en mí.
(También lo puedes leer en: En el baúl de las palabras)
miércoles, 7 de mayo de 2008
Una menos
Como tantas otras ella era una viuda que iba por allí buscando la compañía que su familia le había negado hacía tiempo y la verdad es que entre vermú y vermú le había cogido cariño. Le disgustaba no haberse despedido y por otro lado pensar en una nueva baja entre su clientela, ya muy mermada en esa época, no le alegraba en absoluto.
Solo se le ocurría una forma de parar aquello. se ponía nerviosos en los enfrentamientos, pero tenía que salvar su negocio, así que descolgó el teléfono interno y dijo en el tono más amenzante que pudo:
-"Señor terapeuta, asistente social, o lo que carajo sea. O usted deja de enviarme a toda la concurrencia a pasar los inviernos a Benidorm o yo cierro el chiringuito y a ver cuantos jubilados vienen a un hogar del pensionista sin bar."
No se conforme con éste, en Ídelo el de los cuentos hay muchos más.
domingo, 20 de abril de 2008
LLeno de música
Este es el botón de muestra de lo que guardo en Ídelo el de los cuentos
miércoles, 16 de abril de 2008
MIL GRACIAS CALÍOPE
¿Porqué? Tengo tres recuerdos de la televisión en mi infancia. El primero es yo sentado pegado a la tele viendo el equipo A, el coche fantástico, mcgyver y series por el estilo. Los otros dos son como imágenes grabadas en mi retina, programas o más bien partes de programa que quedaron fijados en mi memoria. Desgraciadamente sólo son imágenes, y aunque ahora gracias a youtube y emule tenemos acceso a casi todo lo que sale en la tele, sin un nombre no hay por donde empezar a buscar.
La primera imágen es una especie de 13 rue del percebe, pero con personas de verdad. La serie o lo que fuese era en blanco y negro, o muy oscura, y aunque tenía sonido para mí que no hablaban mucho. La imágen es un tío con pinta más bien rara (quizás a lo tim burton) y que estaba flipao con las tetas, salían tetas por todos lados y al final salía una teta enorme a la que el tío se abrazaba y era la mar de feliz. No se me ocurre por donde empezar a buscar para encontrar esto...
La segunda imágen era sobre unos hombres o chicos que se convertían en cuervos. Lo único que recordaba era la atmosfera de la serie, un poco oscura, fantasía medieval... no explicaré más porque gracias a Calíope la he encontrado y si queréis verla podéis. Cuando hablaste de cuentos de las estrellas se me ocurrió que podía estar entre uno de los capítulos. No era así... pero buscando encontré otra serie del mismo tipo: "El cuentacuentos" de Jim Henson. Uno de los capítulos se llama "Los tres cuervos", que acabo de ver y por ello te doy mil gracias.
Adjunto un dibujín que he hecho de una imágen del capítulo.
Ahora a ver si encuentro el tío de las tetas...
domingo, 13 de abril de 2008
Promotor
Le encantaba esta ciudad. En ella había nacido y se había criado. Me obligó a trasladarme aquí cuando nos casamos. Cuánto le gustaba que paseásemos por ella. Decía que le encantaba ese aire coqueto y sin pretensiones de las provincias.
Después de años de caminatas infinitas por estas calles me abandonó. Me mandó unos papeles de divorcio desde otra pequeña ciudad periférica. Desde entonces me he dedicado a destruir sus raíces a base de edificios clónicos de hormigón visto.
Esto y más del mismo jaez en Ídelo el de los cuentos
miércoles, 9 de abril de 2008
Sad old jazz
Los dedos de él sujetaron la trompeta como su cintura, le apartó un mechón de pelo con un fa, delimitó el óvalo de su cara con un re, así, suavemente, y abriendo su boca le robó la vida eterna en el último do, mientras el público, incluída ella, comenzaba a aplaudir, despertando, sudorosos, de los brazos del amante.
Érase una vez
Esa frase, junto con otras como: Había una vez un reino…, o En un país muy lejano...las tenemos grabadas en la memoria desde nuestra más tierna infancia, con ellas solían iniciarse aquellas pequeñas historias que fueron nuestro primer contacto con la literatura y el cine: Los cuentos.
Centrándome en el ámbito del cine, en mi caso en concreto, he de resaltar las películas Disney, que siempre fueron mis favoritas, y una serie que pusieron cuando era pequeña que se titulaba: Los cuentos de las estrellas (Faerie Tale Theatre), en los que actores y directores reconocidos como Tim Burton, Matéu Broderick o Robin Williams (aunque entonces a mi no me sonaban de nada y tampoco me importaban) representaban cuentos populares como: La cenicienta, El baile de las princesas, La reina de las Nieves, La princesa y el guisante y un largo etcétera hasta un total de 27 historias.
Estos relatos nos marcan irremediablemente, ahí esta su magia. Así por ejemplo, hay frases de estos que nunca olvidaremos, como por ejemplo y en mi caso eso de: “el príncipe de mis sueños es un príncipe entre los hombres”, perteneciente al Baile de las princesas (que le vamos a hacer, supongo que en el fondo sigo siendo una romántica).
Pero todo esto no significa, ni mucho menos, que me vaya a centrar en contar cuentos en este espacio (lo de los relatos prefiero dejárselo a los otros colaboradores del blog), simplemente que esta historia, esta aventura, como todas las demás, necesita un comienzo.
Así pues, levantemos el telón. ¡Bienvenidos a la aventura!
Érase una vez…
(Tambien en El baúl de las palabras)
martes, 8 de abril de 2008
HP-40 / B / 20 / IIa
Más pero no mejor (porque hay lo mismo) en Ídelo el de los cuentos
¿Qué es esto? o ¿a dónde ha ido usted a parar?
Jamaa el Fna, la plaza del zoco de Marrakech, es un lugar al que, desde hace siglos, han ido a parar cuentacuentos, dibujantes, oradores, magos, músicos e incluso algún encantador de serpientes. Jamaelna es un expositor, una recopilación de lo estupendos que somos en conjunto, y también por separado. Un mercadillo donde hay para escoger. Bienvenidos.
Modo de empleo: Este blog está pensando como una especie de comunidad de bloggers. Todos nosotros iremos colgando artículos, fotos, dibujos, declaraciones de guerra, vituperios, recetas de cocina y, en definitiva, todo aquello que se nos ocurra y apetezca. Cada uno de los autores tiene, a su vez, un blog individual, enlazado desde cada una de sus entradas y desde la barra lateral. Siéntanse libres de cotillear cuanto les plazca. Pasen y vean.