Aquella mañana ella no apareció. Aquella falta le entristeció porque conocía muy bien su significado. LLevaba el suficiente tiempo en aquel lugar como para ignorarlo. Sin embargo aun no se resignaba a que siempre se le fueran las mejores.
Como tantas otras ella era una viuda que iba por allí buscando la compañía que su familia le había negado hacía tiempo y la verdad es que entre vermú y vermú le había cogido cariño. Le disgustaba no haberse despedido y por otro lado pensar en una nueva baja entre su clientela, ya muy mermada en esa época, no le alegraba en absoluto.
Solo se le ocurría una forma de parar aquello. se ponía nerviosos en los enfrentamientos, pero tenía que salvar su negocio, así que descolgó el teléfono interno y dijo en el tono más amenzante que pudo:
-"Señor terapeuta, asistente social, o lo que carajo sea. O usted deja de enviarme a toda la concurrencia a pasar los inviernos a Benidorm o yo cierro el chiringuito y a ver cuantos jubilados vienen a un hogar del pensionista sin bar."
Como tantas otras ella era una viuda que iba por allí buscando la compañía que su familia le había negado hacía tiempo y la verdad es que entre vermú y vermú le había cogido cariño. Le disgustaba no haberse despedido y por otro lado pensar en una nueva baja entre su clientela, ya muy mermada en esa época, no le alegraba en absoluto.
Solo se le ocurría una forma de parar aquello. se ponía nerviosos en los enfrentamientos, pero tenía que salvar su negocio, así que descolgó el teléfono interno y dijo en el tono más amenzante que pudo:
-"Señor terapeuta, asistente social, o lo que carajo sea. O usted deja de enviarme a toda la concurrencia a pasar los inviernos a Benidorm o yo cierro el chiringuito y a ver cuantos jubilados vienen a un hogar del pensionista sin bar."
No se conforme con éste, en Ídelo el de los cuentos hay muchos más.
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