miércoles, 9 de septiembre de 2009
Somos lo peor de la sociedad
1-volvemos a tener vida social y hemos abandonado la cibernética (cosa que no se cree nadie)
2-se nos ha secado la creatividad fruto de la continua pérdida de neuronas por diversas razones que no citaremos aquí.
3-Somos más flojos que un "molleguita" (expresión de la abuela de servidora...ahí queda eso)
Yo, personalmente, me inclino por la tercera, pero se aceptan alegatos
sábado, 17 de enero de 2009
Bendita esquizofrenia
Y así sucesivamente en el asteroide habitual
jueves, 20 de noviembre de 2008
¡Qué hambre!
Para empezar salpiméntame al gusto. Recuerda que la carne mejor sabrosa que sosa y un punto picante me realzará el sabor.
Amásame sin prisas. Ten en cuenta que con un poco de paciencia y habilidad puedo coger la forma que quieras. Si en este punto ves que me quedo seco añádeme algo de salsa. Valdrá la tuya propia.
Antes de hornearme comprueba que la temperatura que has puesto sea la adecuada, presta atención a que no me arrebate.
Sírveme tal cual, sin adornos. Si me acompañas con vino, mejor que sea suave y no disimule mis matices.
Repite cuantas veces quieras. Ni empacho ni engordo
Al rico relato recien hecho en Ídelo el de los cuentos.
domingo, 16 de noviembre de 2008
Delfos
Más, y menos en lenguas muertas, en el de los cuentos
miércoles, 12 de noviembre de 2008
Aegyptus
Su idea era que las arenas movedizas le ahorrasen el trabajo de esconder el cadáver del que iba a ser su marido.
Más muertos, al vacio para cómodo acarreo, en el de los cuentos.
sábado, 27 de septiembre de 2008
Let Blair handle it!
Bueno, bueno, bueno. Las cosas han cambiado mucho desde que escribí mi última entrada sobre Gossip Girl. Para empezar, ahora no puedo soportar los aires de pseudointelectualoide de Dan, rollo “¡Mira! ¡Vivo en un loft en Brooklyn y mi casa es la única de la serie en la que hay libros!” Si Jenny Humphrey ya me daba 100.000 patadas cuando era una cabrona sin escrúpulos ahora, tras su reinserción, es la tía más pereza del universo conocido. Además, desde que Angiealquezar me abriera los ojos sobre las aptitudes interpretativas de los actores de la serie, ahora no puedo dejar de pensar en lo malísimos que son todo el tiempo. Es como en ese capítulo de Cómo Conocí a Vuestra Madre (los que la hayáis visto sabréis de qué hablo). En verdad no es tan malo, es otro planteamiento, otra forma de ocio, regodearse en los aspectos casi esperpénticos de una serie que ya de por sí es absurda e irreal, y por eso mola tanto. Permite una evasión absoluta de la realidad, puesto que no hay nada en ella que remotamente se acerque a lo que puede ser una vida normal.
En palabras de Percomo y de eseque (aunque no puedo precisar qué palabras corresponden exactamente a cada uno de ellos), esta serie es como The O.C., con la diferencia de que, en The O.C., a veces los protagonistas piensan. The O.C. era mucho más existencialista y profunda (dejémoslo también en pseudo) de lo que nunca (espero) será Gossip Girl. Es por eso que a las dos temporadas de Seth Cohen penando y suspirando por la insulsa de Rachel Bilson (ooooh, si hubiérais visto The Last Kiss vosotros también la odiaríais) y de Ryan traumatizado por su baja extracción social, uno ya estaba más que harto. Y eso sin contar con los sorpresivos giros argumentales de temporadas posteriores rollo “Uy, Ryan, se me ha disparado esta pistola. Creo que es posible que acabe de matar a tu hermano…” Lo único que uno se plantea cuando ve Gossip Girl es que, bueno, si ya se han liado todos con todos, habrá que meter a algún personaje nuevo, ¿no? Relaciones superficiales, amistades competitivas y mucho, mucho, pero que mucho lujo.
Blair Waldorf (Leighton Meester) es, sin duda alguna, la estrella de la serie. No es sólo que los guionistas sientan una indisimulada predilección por ella y que sus frases sean las mejores, sino que es la única de los actores jóvenes que tiene la facultad de cambiar de expresión facial de vez en cuando. En la red ya hay hasta manuales con pasos básicos para ser como ella (“Blair siempre tiene a mano los últimos cotilleos, así que mantente al día de todos los chismorreos a tu alrededor”, según mi propia traducción libre), e incluso he encontrado páginas en las que se disecciona su estilo vistiendo que está (y cito vía librodeestilo) “inspirado en el glamour de las actrices de la Edad de Oro de Hollywood, adora a Audrey Hepburn. Le encantan los diamantes, las perlas, los fruncidos y los lazos.”
Mientras tanto Serena y Jenny compiten entre sí por el trofeo de “tía más tonta de la serie” mientras que sus alter ego reales (Blake Lively y Taylor Momsen) hacen lo propio con el de “peor actriz de todo el reparto". Serena tenía un pase cuando hacía de tonta y feliz, pero después de ver su cara de 1) seductora, pasándose la copa de Martini por los labios con mirada pretendidamente sensual pero que, y a efectos prácticos, da más bien una cierta sensación de estrabismo y 2) de perra, con mirada altiva y boca entreabierta (recuerdo de ortodoncia, según Angiealquezar) Little J lo va a tener chungo para llevarse el galardón.
¿Y qué decir de los chicos? Cada vez que pienso en Dan (Penn Badgley) mirando a Serena con ojillos libidinosos y mordiéndose el labio, me entra un ataque de risa, mezclado con espasmos estomacales, que me lleva a un estado cercano a la histeria, con parada en el vómito, así que espero que valoréis el extraordinario esfuerzo que estoy haciendo en pos de la cultura popular. Nate (Chace Crawford) me sigue pareciendo objetivamente guapo pero subjetivamente tibio y ni siquiera las "escenas de cama" han conseguido alterar esta percepción. Y Chuck (Ed Westwick)...bueno, es cierto que se despacha con una sola cara a lo largo de todos y cada uno de los capítulos emitidos hasta la fecha, pero es probablemente la cara más amortizada de la parrilla televisiva.
Umm, no sé por qué, sospecho que, aún a pesar de mi speech (Oh, yeah!), no estáis muy convencidos de todos los beneficios que os reportaría su visionado.
Puede que necesitéis aún un último empujoncito:
Blair es, sin duda alguna, mi preferida.
La foto de Blair la he sacado de daemonstv, por cierto.
Más de la misma en mi casa.
martes, 9 de septiembre de 2008
Felicidad inútil
Desde que todo en su vida le iba bien, junto a las ganas de tirarse por la ventana, había perdido toda capacidad literaria.
Estas y otras divagaciones de la misma alienígena en: la coleccionista de planetas
:muerta
sábado, 30 de agosto de 2008
Chorbo-agenda
Sarayla (haciendo cábalas sobre las intenciones de la tipa bohemia de las fotos sepia): Esta tía ha tirado de chorbo-agenda y claro, tú estás en la A de Álvaro...
Últimamente apunto un montón de frases célebres. Es buena señal: quiere decir que la vida viene siendo divertida :-D
jueves, 10 de julio de 2008
Indefinidamente
-Ya, pero al menos sé quien no eres
-¿Quien no soy?...
-Claro, no eres el que eras ayer ni quien serás mañana
-Eso es muy impreciso...
-Tampoco eres quien los demás dijeron que serías
-Como todos
-¿Y sabes qué más? Ni siquiera eres lo que tú mismo dirías de ti
-¿Entonces?
-Entonces puedo amarte así de indefinidamente
lunes, 9 de junio de 2008
Vampiros
Llevaba ya un tiempo queriendo escribir sobre los vampiros pero es que me fui a documentar (entiéndase por documentar poner “vampiros” en Google y terminar leyendo la Wikipedia), y al final perdí el hilo con tanto dato, y tanto Nosferatu y toda la pesca. Así que nada. Voy a hablar de lo que yo pienso y yo sé sobre los vampiros, y si hay errores, imprecisiones o incluso faltas de ortografía (lo cual no sería únicamente culpa mía, ciertamente, sino también del corrector ortográfico del Word) pues me perdonáis, que para eso estamos entre amigos.
Los vampiros. Los vampiros son, de entre todas las posibles criaturas maléficas y de ultratumba, sin duda alguna los más glamurosos y elegantes. ¿Hay vampiros feos? Si los hay nadie habla de ellos. No hay más que pensar en la gran película Entrevista Con El Vampiro, basada en la novela homónima de Anne Rice, que reunía a tres (cuatro, si a alguien le gusta Christian Slater, como es mi caso) de los hombres más deseados de todos los tiempos. El mismo Gary Oldman, en Drácula, le daba cien mil vueltas al tibio de Keanu Reeves. Por no hablar de Ángel o de Spike (mi preferido), en Buffy Cazavampiros. Pues eso. Partimos entonces de la base de que no hay vampiros feos. Son todos atractivos y seductores.
Y claro, esto tiene toda la lógica. Porque, en muchas ocasiones, los vampiros tienen que camelarse a sus víctimas potenciales para que les inviten formalmente a entrar en sus habitaciones. Todo el rollo este del vampiro seductor es muy evidente, por ejemplo, en la peli de Coppola, a la que me he referido antes. Y es que, el universo vampírico se caracteriza por su voluptuosidad. Todo el proceso de alimentación de un vampiro va acompañado en ocasiones de un verdadero ritual, lleno de sensualidad. La inefable atracción de lo prohibido, lo misterioso. De lo diabólico incluso. Eso de que a las tías les van los malotes no se dice por decir.
Además, los vampiros suelen tener una especie de poder de persuasión o, más bien, de telepatía de recibir, pero también de emitir, con la que ponen en la mente de las personas con las que se relacionan aquello que quieren que hagan. Es como cuando escuchas en tu cabeza cosas como “debería estar estudiando, y no cotilleando el Tuenti…”. Sólo que la secuela de seguir el consejo de esa voz interior suele ser más desastrosa que beneficiosa.
Otra de las cosas que explica también que los vampiros sean siempre guapos es que no envejecen nunca: conservan para siempre el aspecto que se corresponde con la edad a la que fueron creados. Y los vampiros, elitistas como son, no se dedican a ir por ahí contagiando a gente ni vieja ni fea. En ocasiones se les va la mano y contagian a niños, y esto generalmente deriva en conflictos interiores de lo más desagradables para el pobre niño-vampiro. Su desarrollo físico y su desarrollo intelectual se descompensan. Como yo, que me quedé en un estadio mental anterior a mis 24 primaveras, pero al revés. Ejemplos de estos hay a porrillo. Kirsten Dunst, antes de ser la novia petarda de Spiderman fue una niña-vampira enamorada más que platónicamente de Brad Pitt. En esa soberbia serie de libros infantiles, El Pequeño Vampiro, de Angela Sommer-Bodenburg, la pobre Anna tenía que convivir con su cuerpecito de niña pequeña, siendo la más madura de todos sus hermanos, y vivir enamorada de Anton, sabiendo que él crecería, e incluso moriría, y ella seguiría siendo, por siempre, una cría chica.
Precisamente, parecida en parte pero muy distinta a los libros de El Pequeño Vampiro, es la novela que estoy leyendo ahora. En Déjame Entrar también hay dos niños, una de ellas vampira. Pero las consecuencias de la diferencia entre su edad mental y su edad física son algo más desasosegantes que en los tiernos libros infantiles a los que antes me he referido.
La novela impacta desde el principio. Desde la contraportada, sin advertencia previa, nos golpea directamente en el sistema límbico la fotografía de su autor, John Ajvide Lindqvist, un sueco no sabemos si perturbado pero, en cualquier caso, perturbador. Uno ya empieza la lectura acongojado. Por no decir otra cosa.
Con todo, de esta novela me quedo sin duda con la descripción de lo que siente una persona en el tránsito de vivo a no-muerto y, en concreto, con el descubrimiento de la sangre:
“[…] Se llevó inmediatamente el dedo a la boca para chuparse la sangre. Unamancha cálida, saludable y sabrosa se extendió desde el punto en que la yema desu dedo entró en contacto con la lengua, propagándose. Chupó con más fuerza. Suboca se llenó de una concentración de todos los sabores buenos.[…]”
Una concentración de todos los sabores buenos, ¿os imagináis?
Más de la misma tipa en Pero qué broma es ésta?
viernes, 6 de junio de 2008
Meticuloso
Sígueme el rastro hasta Ídelo el de los cuentos.