...Pues como te lo cuento, ella ni se inmutó, la tía fresca, y yo allí esperando como una tonta tres cuartos de hora, pero tú ya me conoces, que paciencia tengo pero no soy idiota, me planté enfrente y le dije las cuatro cosas bien dichas que se merecía...Porque es lo que yo te digo siempre, que más vale una vez colorada que ciento amarilla...Ya sé que tú me apoyas, claro que me apoyas...Te pongo aquí las camisas planchadas ¿vale? Eso es, sujétalas así mientras te sigo contando...¿Por dónde iba? Bueno, al grano, que no quiero aburrirte...Sí, ya, que quién se aburre conmigo, ¡eso digo yo! Anda, tonto, tú sí que eres la sal de mi vida...Eso sí te digo, cariño, que tienes toda la razón, que desde que te dio el infarto y mandé disecarte le hemos dado un nuevo giro a nuestra pareja...
Y así sucesivamente en el asteroide habitual
sábado, 17 de enero de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)